lunes, 8 de diciembre de 2014

Noche de tormenta

Era una noche oscura, yo estaba en mi habitación, no podía dormir a causa de la tormenta, los rayos siempre me asustaron. En esa época, yo vivía con mi Tía Antonia en un castillo antiguo a las afueras del pueblo, cerca de un bosque. Bajé las escaleras de madera labrada, me dirigí a la cocina a buscar un vaso de leche, eso siempre me ayuda a dormir. Luego volví a mi habitación, cuando estaba en el pasillo que dirigía hacia mi cuarto, la casa estaba decorada al estilo de la época isabelina, con distintos tonos de verde esmeralda. De pronto, escuché que se abría una puerta. Un rayo iluminó el pasillo a través de uno de los grandes ventanales de cristal; me di media vuelta y detrás de mí, en la puerta de su habitación, se hallaba Tía Antonia con su ropa de cama.
-¿No puedes dormir Bianca? – Me preguntó con tono amable.
-No tía, me es imposible dormir con esta tormenta – Exclamé con pesar.  Tía Antonia me acompañó al cuarto, me acosté y ella se sentó a mi lado. Nunca me había fijado realmente en ella, ahora que la veía, tenía un gran parecido con mi madre, aunque Antonia en realidad era mi tía-abuela. Tenía un aspecto maternal sentada allí a mi lado.
-Te contaré una historia – Me dijo con expresión tierna.
Sonreí y la miré atentamente, ella comenzó su relato.
-Hace mucho tiempo, en este castillo, en la época de los grandes vestidos y los carruajes, vivía una hermosa doncella, era hija de un importante conde. Era hermosa como una flor de primavera, con su cabello rojo como una hoguera y sus ojos tan verdes como esmeraldas. Ella no era feliz, ya que su padre, el Conde Henry, quería que se casara con un el hijo de un Gran Duque, un joven engreído y adinerado, pero ella se negaba. A Emma, porque así se llamaba, le gustaba soñar con que algún día encontraría a alguien y se enamoraría a primera vista. Una tarde soleada, ella estaba acostada en el pasto, mirando el cielo azul, cuando de pronto escuchó un ruido proveniente del bosque cercano a ella. Se levantó con rapidez y vio a una bestia enorme y gris, salió corriendo, pero con su hermoso vestido de seda lila no podía correr demasiado, la bestia estaba a punto de alcanzarla cuando ella lo vio, era un hermoso joven de pelo negro azabache y hechizantes ojos azules. El joven sacó su espada y enfrentó a la bestia con fiereza. Entre ataques y contraataques logró herir a la fiera y ganar la batalla.

- Buenos días preciosa dama – dijo él con voz aterciopelada – Mi nombre es Nick Singht
Ella había quedado embobada por el ilustre caballero que tenía a su lado.
- Mi nombre es Emma – dijo ella dulcemente – y le doy las gracias, noble caballero, por salvarme de tan terrible bestia
El joven sonrió – No soy un caballero mi lady, soy el simple hijo de un herrero – dijo él con amabilidad.
- Se lo agradezco de todos modos – dijo ella – sin importar de donde venga, usted será siempre un caballero ante mis ojos.
- Déjeme llevarla a su castillo hermosa doncella – dijo él y le tendió una mano.
Cabalgaron hasta su casa, ella estaba completamente hechizada, pero cuando llegaron, los estaba esperando su padre en la entrada.
- ¿Dónde has estado Emma? – le preguntó
- He ido al bosque a leer padre, y me ha atacado una bestia salvaje. Este honorable caballero me ha salvado – le dijo ella.
- Él no es un caballero Emma, es el hijo del herrero – dijo con desprecio – deberías alejarte de él
- No padre, él me ha salvado – dijo ella con tono de súplica
Pero su padre tenía ya el ceño fruncido – Vete adentro Emma, ahora – dijo en tono duro
Ella hizo lo que su padre le decía, dedicando una mirada de despedida al joven Nick.

Estaba ya en sus aposentos cuando escuchó a su padre entrar
- Emma, quiero que hablemos – le dijo – no debes estar con esa clase de gente. Una futura duquesa no debe ser vista con un herrero
- ¿Futura duquesa padre? ¿Y donde estaba mi duque cuando fui atacada? Él ni siquiera me conoce, en cambio, Nick me salvó – dijo ella con firmeza
- No me importa que te haya salvado Emma, no lo volverás a ver ¿has entendido?
Ella agachó la cabeza y asintió tristemente. Vio a su padre salir de la habitación y no pudo evitar que se le cayeran las lágrimas. Decidió que lo vería igual, aunque tuviera que ser a escondidas.
Al otro día, fue al mismo bosque y vio a Nick. Ella le contó su plan, para seguir viéndose, y mientras tanto, él trabajaría con su padre en la herrería, así ganar dinero y escapar juntos.
La tarde en la que iban a escapar, Emma lo preparó todo y fue a encontrarse con Nick al bosque. Estaba feliz de lo que pasaría.
Lo encontró allí, sentado sobre su caballo, preparado para escapar con ella. Cabalgaron durante la tarde, cuando ya estaba atardeciendo, escucharon cascos de caballos galopando y el estruendo del metal de las armaduras. Nick aceleró el galope, pero una flecha alcanzó su caballo. Cayeron y Emma quedó debajo del animal sin vida, sin poder mover las piernas por el peso de este mismo. Vio allí, con los ojos llorosos y gritando con desesperación, como una de las espadas de los hombres de su padre atravesaba el corazón de su amado Nick. Salió con toda la fuerza que pudo de abajo del caballo y corrió hacia el cuerpo de Nick, lo vio allí, al borde de la muerte.
Sus ojos azules tenían un poco de luz aún – Te amo Emma, siempre lo haré – dijo sonriendo con su último aliento. Devastada, ella lo abrazó y luchó por que los hombres de su padre no la despegaran de su cuerpo, pero al final lo hicieron.
Al día siguiente, ella estaba sola en su habitación, con los ojos enrojecidos de llorar y los labios ya secos. Su padre entró a la alcoba con paso apresurado.
- Te casarás dentro de una semana con el hijo del Gran Duque Massarie, no hay vuelta atrás, te quiero lista para la tarde, vendrá tu futuro esposo a visitarte – dijo sin una sola señal de sentir pena por su hija y salió del cuarto.
Ella no pudo soportarlo, se tiró sobre el suelo llorando y gritando.
Por la tarde, llegó Alexander Massarie con la esperanza de ver a su prometida, a la que consideraba un trofeo, ya que Emma era una de las doncellas más hermosas del pueblo.
Pero cuando entraron a la habitación de Emma, encontraron su cuerpo inerte sobre el suelo y trozo de espejo roto en su mano. Ella se había cortado las muñecas, y allí, en el piso, se veía tan hermosa que parecía una muñequita de porcelana. Su pelo estaba brillante de nuevo y tenía una sonrisa en el rostro. Ella había muerto feliz, porque se había reunido con su amado.
Por las noches, desde esta alcoba, se los suele ver al borde del bosque, no descansan en paz pese a las injusticias por las que murieron, pero son felices estando juntos -
Para cuando Tía Antonia había terminado el relato, me dejó sola en la habitación. Ahora no podía parar de pensar en los dos enamorados. Mire por la ventana y vi, a lo lejos, en el borde del bosque dos figuras. Me gustó pensar que eran ellos. Comenzaron a pesarme los ojos y me sumí en un profundo sueño. Esperaba que, al otro día, Tía Antonia tuviera más historia que contar sobre este viejo lugar que ahora me gustaba un poco más.

FIN

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