jueves, 27 de noviembre de 2014

La chica que está parada en la luz

Hoy soñé con ella.
No es la primera vez que lo hago. En las últimas seis semanas he estado teniendo los más maravillosos sueños que un adolescente de 15 años pudiera tener con la chica que le gusta.
Ella en verdad me gusta. Es tan diferente, diferente a mi mundo, a las chicas de su edad, diferente a lo diferente. Siempre creí que no había persona única en el mundo, pero ella si lo es. No hay nadie igual.
Los sueños que tengo con ella son letárgicos, hermosos, sutiles, muy delicados, dulces, intensos.
Siempre me levanto tieso, sin ganas de moverme, deseo poder seguir en el sueño. Pero la realidad me llama y no es para nada mala, porque en mi realidad está ella lo que hace a la realidad perfecta como a los sueños.
Ella es alta, melena castaña, larga y ondulada. Tiene mi edad, su piel es suave como la de un bebé. Se ruboriza muy fácil, la sonrisa que tiene es sincera, pura y de pura felicidad. 
Los labios, dios, sus labios, carnosos y fáciles de besar, de un color rosado casi lila. Tiene pestañas largas.
Los ojos son de color té, le brillan siempre, como si la felicidad que posee fuera infinita.
El mentón es redondeado, al igual que su cara seráfica y su vientre. En la mejilla derecha tiene un lunar que la hace lucir sexy, más de lo que ya es. Tiene unas piernas hermosas. Es perfecta.
Me pregunto siempre lo mismo ¿Cómo es que una chica tan perfecta llegó a fijarse en mí?
Recuerdo la primera vez que soñé con ella... fue el mejor sueño que Morfeo pudo haberme enviado.
 Ella estaba parada en un puente en el mejor atardecer del mundo, un haz de luz dorada le iluminaba el sutil y tierno rostro. Vestía un jean blanco y un buzo canguro del mismo color. Al verme llegar me sonrió como si me esperara, como si supiera que iba a llegar.
Cuando estuve a su lado, estiró la mano y yo gustoso se la tomé y entrelacé nuestros dedos. No pude resistirme más y le bese la mano. Con su otra mano ella acarició su piel que había sido recién besada, sujetó mi rostro con delicadeza y me besó. Fue el mejor beso del mundo, en el mejor atardecer del mundo.
Luego comenzamos a caminar tomados de la mano hacía el atardecer. En todo el camino ella no se corrió de la luz, siempre estuvo parada allí, en la luz.

Ahora camino por la vereda. Hay nieve en el suelo, hace frío. Mis manos están en los bolsillos de mi campera rompe-vientos negra, por suerte tengo guantes. Exhalo por la boca y sale el típico vapor que nos sale cuando hace frío, el mismo vapor con el cual cuando éramos niños jugábamos fingiendo fumar.
Al final llego al lugar, al puente, voy hacía él y tomo asiento en un banco, antes lo limpio quitándole la nieve. Anoche nevó y ahora hay nieve por doquier.
Me siento ahí y me sumerjo en mi extraño mundo de ensueños, sueños, realidad, amor, amistad, felicidad y esperanza. Sonrío, me encanta esto. El sol se está poniendo, pronto serán las seis de la tarde.
Miro por donde vine y la veo venir hacía mí con la luz del sol alumbrando su cara. Sus labios están curvados en una media sonrisa, sus mejillas están sonrojadas por el frío, el gorro de lana color borgoña cubre su cabeza, el pelo lo tiene suelto.
Lleva una campera parecida a la mía y guantes negros como los que llevo. Un jean azul oscuro y botas de cuero color chocolate. Se ve preciosa. Ni una princesa ni un hada, ni un ángel, menos una diosa, ella simplemente es ella.
Llega al lado mío y estira la mano para que se la agarre. Y eso hago. Me quita el gorro negro con su otra mano y deja caer mi cabello azabache que esta algo crecido. Le sonrío y le doy un beso.
–Vamos– dice–. Nuestros amigos nos esperan, hay que festejar la navidad lo mejor posible, y que mejor que estar con amigos, ¿No lo crees? –. Asiento.
–Claro que lo creo –respondo –. Y mucho mejor si estoy contigo.
Comenzamos a caminar hacía al atardecer, como en mi sueño.
Estoy tomado de la mano de la chica, ella es la chica con la que sueño, la que siempre camina en la luz, la perfecta demostración de felicidad, luz, amor y esperanza.
Tomado de la mano, de mi novia, la chica de mis sueños (literalmente), la chica que está y estará siempre parada en la luz. Siempre estaremos en la luz con esperanza.


Para: Emma Luana Magalí Morel Fernandez, quien camina en la luz. 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Surfer calavera ha terminado su espera.

Llegó hasta la orilla caminando con su tabla y las lágrimas de sudor que se derramaban por su pecho. Menuda mañana , pensó. Dejó su tabla en la arena y se dejó caer en ella. Ese mismo día podía ser uno de los mejores de la temporada solo había que arriesgarse. Ya había unos cuantos en las olas haciendo de los suyo. Como lo hacía todas las mañanas de su vida , se levantó y nadó varios metros adentro, para calentar un poco. Toda su vida habría sido siempre lo que él quería , disfrutar de su familia y amigos. Y surfear en la waikiki beach,su lugar natal. A pesar de que era feliz , él esperaba dejar una huella en este mundo pues lo normal no le emocionaba, su vida era más que normal , muy normal. Pensó que algún día llegaría algo que cambiaría su vida pero... ¿Cuando?
Al salir del agua, para luego entrar en carrera, se encontró con Cloe. Una de sus mejores amigas y quizás m,as que eso:
- ¡Eh! ¿Como va John?
-Bien , ¿Y qué tal tú, Cloe?
- Te noto algo diferente... ¿Ha pasado algo?
- Algo está por pasar.
Así de rápido se alejó John , astuto y canchero que había dejado impresionada hasta incluso a la seductora Cloe.
Se lanzó sobre su tabla y nadó hasta lo profundo.Luego, miró su reloj que marcaba las 11:45 AM, ya era hora. Vió que se aproximaba su oportunidad , la ola que destacaba en sus ojos.
Ya próximo a la ola , se dió media vuelta y nadó lo más rápido posible. Lo había logrado, estaba dominando la ola más violenta de toda la temporada. Todo iba perfecto hasta que al llegar al final algo extraño sucedió. Claro que él no creía en las historias que le contaba su "Momma ".  ¡Por dios santo! , era él , vino a buscarme. Entonces vió que tal vez ese era su fin , pero había un forma de evitarlo, forma peligrosa, pero lo había. Lo único que le quedaba para escapar de fennicious (Forma que tenían de llamar a la muerte en su pueblo) , era desafiar sus limites humanos y desafiarlo a una batalla naval. Fue entonces que restableció su cabeza en donde estaba, se deslizó cada vez más al borde para aumentar la velocidad , y  cuando estaba por llegar a la cima de su meta, cayó.
Quedó suspendido en las profundidades del mar. Abrió los ojos y vió como los rayos del sol atravesaban el agua cristalina de lo que tal vez sería su último día en la tierra.
Divisó su tabla. Nadó hasta ella y salió flote arriba. Pero... había visto a fennicious cómo podía ser real. Entonces, comprendió el mensaje. Su acto de valentía había sido premiado. El día que Momma le había dado su jerjas , le dijo que este llevaba con él la valentía que tenía dentro, ya que algún día iba a ayudarlo. Sintió una fuerte nostalgia por dentro que le partía el alma.
Al llegar a la orilla todos estaban allí , lo observaban como si fuera un fantasma, que en cierto modo era. Su madre le dijo:
- ¿Estas bien hijo John? Creí que ya no regresarías, vamos a casa, ven.
- No he regresado madre, nunca me fui, estoy aquí y siempre lo estaré , esta es mi casa madre.
Tiró su jerjas al mar , que junto con él , su tabla y su alma quedaron suspendidos en el mar.
                                                                                                                               
                                                                                                                             #Cathe

domingo, 2 de noviembre de 2014

Catrina

La muchacha tocó el frio y húmedo adoquín que cubría la calle por completo con la punta de sus pies.
Su falda escarlata hacía juego con su extraño sombrero, en el cual una gran pluma negra descanzaba, aclamando la atención de la gente que se detenía a su alrededor, dispuesta a hacer lo que fuese por un favor de la joven exéntrica.
Ella siguió caminando hasta la plaza central, donde la feria se alzaba en todo su esplendor, como todos los dias.
Buscó un puesto vacio donde dejar sus cosas, y comenzó a prepararlo.
La seda fria roja y negra sólo servían para llamar la atención. Porque eso buscaba.
No puso nada sobre la mesa, salvo su sombrero rojo y exuberante dado vuelta.
Su cabellera negra y ondulada se sacudió con el viento, y sus ojos del mismo color, brillaron con el reflejo del ardiente sol.
La música se hizo presente en todo el lugar. Las panderetas, los tambores y la guitarra que eran acompañados por los cantos de alguien, causaban los movimientos involuntarios de algunas personas, como los de la joven parada detrás de su puesto.
Sacudió la cabeza al compas de la música, y las nubes se apartaron, dejando el cielo despejado por completo. Sus manos se deslizaron sobre las marchitas plantas de a su alrededor, justo cuando un lirio rojo florecía, y sus pies se movían con ritmo, imitando el paso de la gente que se apiñaba a su alrededor, deseosos de apreciar un espectáculo como el que ella prometía. Una mirada bastó para que sus viejos zapatos de bailarina volvieran a ser del mismo azabache que su largo cabello y el lazo recuperara la intensidad del escarlata de su falda.
Las monedas pequeñas, grandes, relucientes y sucias fueron cayendo sobre el sombrero a medida que pasaba el tiempo.
Ella sonreía y seguía vendiendo ilusiones, como había aprendido hace tiempo.
Sus uñas barnizadas desprendián un delicioso aroma extraño y su encantadora sonrisa vendía más que sus trucos.
Ella permaneció haciendo favores durante toda la tarde, sonriedole a la gente y disfrutando las melodías que sonaban en la plaza, entre carcajadas y charlas.
Había necesitado sacar las monedas del sombrero y meterlas en su bolso dos veces.

Entrada la noche, los puestos habían ido desapareciendo, siendo reemplazados por las luces de las farolas, y la música se había vuelto más insistente, pidiendo que la acompañen en una danza de sonrisas.
La muchacha guardó el dinero en su bolso, contenta con lo que había ganado aquella tarde, y se dispuso a marcharse lejos de aquel animado lugar, cuando una mano jaló de su brazo, atrayéndola a la multitud de cuerpos que se movían sin prisa aparente.
Del cielo se escapó un rugido feroz, anunciando la cercana lluvia. Intentó escapar de aquel lugar, alarmada por la tormenta que se avecinaba, pero la mano del joven que la tomaba del brazo no estaba dispuesta a soltarla. Quería bailar.
Indicó con un gesto de manos que debía marcharse, y el muchacho la soltó, despidiéndose con una cómica sonrisa.
Ella levantó el sombrero que se le había caido apurada, se acomodó el bolso, y corrió.
Debía alejarse de aquel lugar.
Las gotas de agua comenzaron a caer, y a nadie le importó, hasta que el lirio rojo volvió a convertirse en la planta seca que solía ser, y la hermosa joven de risos dorados volvió a tener más de sesenta. Los zapatos azabaches de la muchacha se detiñeron, las plantas del parque volvieron a marchitarse, la música dejó de resultar atrayente, el pequeño puesto que ella había montado se desmoronó, la elegante vestimenta del muchacho de sonrisa cómica volvió a convertirse en un montón de harapos sucios y gastados.
Todo había vuelto a como era antes de que la muchacha montara su puesto en la plaza para vender ilusiones.
Salvo porque habían perdido su dinero.
Mientras tanto, saliendo de aquel pueblo en el medio de la nada, una muchacha de sombrero exuberante y mirada oscura iba pacíficamente en su carro.
La lluvia la había alcanzado, y su brillante y negro cabello había ido perdiendo color hasta caerse por completo. Sus ojos, dos cuencas vacías y oscuras, repletas de odio y astucia, observaron sus esqueléticas manos mientras encendía un cigarro.
Le habría gustado sonreir, ante todo el dinero que descanzaba en su bolso, pero no podía hacerlo. No tenía labios.
De hecho, salvo por su elegante carro y su bolso lleno de monedas, no era más que una simple calavera garbancera con un sombrero exuberante.

Atte. Howl